Aureolus Paracelso
Nace el 10 de noviembre de 1493 en Einsiedeln, Suiza.
Hijo del doctor Wilhelm von Hohenheim y de Els Ochner. Nace apenas comenzando la época renacentista. Con los nombres agregados más tarde, su nombre completo fue Felipe Teofrasto Bombasto de Hohenheim, Aureolus Paracelso.
En 1515 se graduó en “dos medicinas” luego de cambiar varias veces de facultad por disentir con sus profesores. Él sacaba a la luz la sabiduría de Hipócrates para realizar curaciones auténticas y duraderas: “El médico debe fomentar la naturaleza en su tendencia a restablecer la salud y esta tendencia se expresa precisamente en aquellas reacciones patológicas que llamamos enfermedades”.
En 1526 fue nombrado el primer médico en Basilea, dando cátedras en la Universidad y ganando las primeras enemistades al proclamar la sencillez de los verdaderos remedios en lugar de los remedios complicados que eran útiles a los intereses de los boticarios.
Filosóficamente, se observa en su obra una tendencia cristiana muy clara. Si bien nacía en familia católica, en sus tratados no deja de expresar el respeto por la visión protestante de Lutero, pero más que otra cosa su relación de lo divinal con su apostolado en medicina, la ciencia sagrada según él mismo expresa, lo cual lo lleva a una filosofía propia y revolucionaria que lo conduce a ser el reformador más importante en la historia de la medicina como buscador de la sabiduría práctica demostrable con sus hechos como aspirante al poder del mismo Jesús de sanar sólo con sus manos.
Sobre su obra se ha publicado una edición completa, de Sudhoff-Mattiessen, que abarca más de 8.200 páginas. Es decir, dejó plasmada la sapiencia de la naturaleza que él mismo fue descubriendo a través de continuas investigaciones e incursiones en los bosques y campos europeos, ampliando así las farmacopeas herboristas y mineralistas, y muy especialmente especificando las funciones específicas de cada elemental en la naturaleza al servicio de la salud en el microcosmos hombre. De este legado se desprenden fórmulas exactas de la sabiduría médica que lamentablemente se han ido perdiendo en los años pero que hoy en día se han recompilado y utilizado en estas homeopatías de tipo paracelsiano, en las que las fórmulas combinadas priorizan la acción de los arcanos específicos para cada enfermedad.
Hasta 1525 escribió el Herbarius, De la concepción de las cosas sensibles a la razón, Del origen del hombre, De las enfermedades que arrebatan la razón. Entre 1526 y 1528 escribió sobre medicina, cirugía, preparados farmacéuticos, alquimia de metales, los Nueve libros de Archidoxis, libros de iniciación.
Luego profundiza cada vez más en salirse de la medicina simplemente física, ahondando en los “cuerpos internos”. Escribe Los tres libros de Berthonei, Del origen y procedencia de los franceses (libro prohibido, entre otros, en las universidades de su época), el Libro del hospital.
De 1530 a 1534 escribe Paragranum y Paramirum. A esa altura sintetiza su obra en cuatro pilares: “En adelante, entended bien en qué baso la medicina y en qué me mantengo y me mantendré, a saber: en la filosofía, en la astronomía, en la alquimia, en las virtudes. Como yo hago míos estos pilares, así tenéis que hacerlos vuestros, y tenéis que seguirme y no yo a vosotros”.
También escribe muchas obras filosóficas que han sido rescatadas y editadas, entre ellas: De religione perpetua, el Libro de la vida feliz y los más conocidos actualmente.
Su concepción alcanza el desprendimiento hasta de su arte: “También la medicina es tan sólo una etapa en el camino hacia lo suprasensorial”.
Escribe Pronósticos, Práctica, Astronomía magna, Filosofía sagax, El laberinto de los médicos. Junto con Cornelio Agrippa y Nicolás Flamel aprendió ciencias ocultas con el abate Tritemio.
Viajó incansablemente atendiendo enfermos de todas las clases sociales y en distintas latitudes, reforzando su experiencia como método del mayor aprendizaje. Así aprendió y trasmitió que cada país o región tendrá su medicina al alcance de su mano por los prodigios de la naturaleza.
Éstas y otras innumerables pequeñas y grandes obras (total 8.200 páginas) dejó el insigne médico rebelde dejando joven su vida en este mundo el 24 de setiembre de 1541.
Hijo del doctor Wilhelm von Hohenheim y de Els Ochner. Nace apenas comenzando la época renacentista. Con los nombres agregados más tarde, su nombre completo fue Felipe Teofrasto Bombasto de Hohenheim, Aureolus Paracelso.
En 1515 se graduó en “dos medicinas” luego de cambiar varias veces de facultad por disentir con sus profesores. Él sacaba a la luz la sabiduría de Hipócrates para realizar curaciones auténticas y duraderas: “El médico debe fomentar la naturaleza en su tendencia a restablecer la salud y esta tendencia se expresa precisamente en aquellas reacciones patológicas que llamamos enfermedades”.
En 1526 fue nombrado el primer médico en Basilea, dando cátedras en la Universidad y ganando las primeras enemistades al proclamar la sencillez de los verdaderos remedios en lugar de los remedios complicados que eran útiles a los intereses de los boticarios.
Filosóficamente, se observa en su obra una tendencia cristiana muy clara. Si bien nacía en familia católica, en sus tratados no deja de expresar el respeto por la visión protestante de Lutero, pero más que otra cosa su relación de lo divinal con su apostolado en medicina, la ciencia sagrada según él mismo expresa, lo cual lo lleva a una filosofía propia y revolucionaria que lo conduce a ser el reformador más importante en la historia de la medicina como buscador de la sabiduría práctica demostrable con sus hechos como aspirante al poder del mismo Jesús de sanar sólo con sus manos.
Sobre su obra se ha publicado una edición completa, de Sudhoff-Mattiessen, que abarca más de 8.200 páginas. Es decir, dejó plasmada la sapiencia de la naturaleza que él mismo fue descubriendo a través de continuas investigaciones e incursiones en los bosques y campos europeos, ampliando así las farmacopeas herboristas y mineralistas, y muy especialmente especificando las funciones específicas de cada elemental en la naturaleza al servicio de la salud en el microcosmos hombre. De este legado se desprenden fórmulas exactas de la sabiduría médica que lamentablemente se han ido perdiendo en los años pero que hoy en día se han recompilado y utilizado en estas homeopatías de tipo paracelsiano, en las que las fórmulas combinadas priorizan la acción de los arcanos específicos para cada enfermedad.
Hasta 1525 escribió el Herbarius, De la concepción de las cosas sensibles a la razón, Del origen del hombre, De las enfermedades que arrebatan la razón. Entre 1526 y 1528 escribió sobre medicina, cirugía, preparados farmacéuticos, alquimia de metales, los Nueve libros de Archidoxis, libros de iniciación.
Luego profundiza cada vez más en salirse de la medicina simplemente física, ahondando en los “cuerpos internos”. Escribe Los tres libros de Berthonei, Del origen y procedencia de los franceses (libro prohibido, entre otros, en las universidades de su época), el Libro del hospital.
De 1530 a 1534 escribe Paragranum y Paramirum. A esa altura sintetiza su obra en cuatro pilares: “En adelante, entended bien en qué baso la medicina y en qué me mantengo y me mantendré, a saber: en la filosofía, en la astronomía, en la alquimia, en las virtudes. Como yo hago míos estos pilares, así tenéis que hacerlos vuestros, y tenéis que seguirme y no yo a vosotros”.
También escribe muchas obras filosóficas que han sido rescatadas y editadas, entre ellas: De religione perpetua, el Libro de la vida feliz y los más conocidos actualmente.
Su concepción alcanza el desprendimiento hasta de su arte: “También la medicina es tan sólo una etapa en el camino hacia lo suprasensorial”.
Escribe Pronósticos, Práctica, Astronomía magna, Filosofía sagax, El laberinto de los médicos. Junto con Cornelio Agrippa y Nicolás Flamel aprendió ciencias ocultas con el abate Tritemio.
Viajó incansablemente atendiendo enfermos de todas las clases sociales y en distintas latitudes, reforzando su experiencia como método del mayor aprendizaje. Así aprendió y trasmitió que cada país o región tendrá su medicina al alcance de su mano por los prodigios de la naturaleza.
Éstas y otras innumerables pequeñas y grandes obras (total 8.200 páginas) dejó el insigne médico rebelde dejando joven su vida en este mundo el 24 de setiembre de 1541.